Este repudio se debe a una nota que sale en eldiario del sur el dia viernes 30 de abril del corriente donde este "señor "Pellegrino se cre con derecho a criticar a los docentes diciendo que lo unico que pretenden es no trabajar y que se aumenten los impuestos para aumentarnos el sueldo.
Con personajes como estos el pais nunca saldra adelante
AMSAFE repudia declaraciones de Carlos Pellegrino
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¿Sólo la vocación?
La Dirigencia de AMSAFE Constitución, sorprendida por las declaraciones publicadas por este mismo medio, el día viernes 30 de abril, en la nota titulada “Alguno hará de carmelita descalza, pero en la mayoría falta vocación”, desea hacer llegar una serie de consideraciones a la comunidad y especialmente a los docentes. Consideraciones que, además, tienen el carácter de repudio a las expresiones vertidas en la misma.
En primer lugar, manifestamos la sorpresa que causó encontrarnos con una nota, a página completa, realizada a una persona que pensamos no tiene la autoridad suficiente como para hablar del tema “Malestar docente”. Más aún, sabiendo de la existencia de tantos especialistas que podrían haber presentado sus distintos posicionamientos del caso con argumentos más sólidos que los expuestos por el entrevistado en cuestión. Si bien respetamos el derecho a la libre expresión, consideramos necesario que los medios analicen la idoneidad de quienes van a ser consultados para hablar sobre determinados temas. Por ejemplo, a nosotros no nos parecería pertinente que nos vengan a preguntar sobre cómo prevenir la Gripe A. Preferimos que de eso hablen los médicos, que son quienes más saben. Incluso, nosotros aprenderíamos mucho de sus opiniones para tener en cuenta en las escuelas y actuar en consecuencia.
Continuando con la reflexión y la polémica suscitada, queremos manifestar que el tenor de los comentarios del entrevistado del día viernes 30 correspondería más bien a ser expresado mediante una carta de lectores, que en una nota central en un periódico. En la carta, todos –expertos o no- pueden expresar sus pensamientos, sin pretender del sujeto que enuncia sus comentarios, la idoneidad que sí amerita una nota central. En este sentido, pensamos que, a lo mejor, al entrevistado le podrían haber hecho una interesante nota sobre cómo se cargan con gas los equipos de aire acondicionado, o sobre cuáles son sus estrategias en las próximas elecciones para poder sacar más votos que los votos en blanco. Pero para hablar de algunos temas puntuales de educación, creemos que hay muchas otras personas idóneas para opinar y debatir.
Nos preocupa esta revalorización del liberalismo económico que plantea este “dirigente político”, y más nos preocupa la violencia verbal y la agresión con la que se dirige justamente a uno de los sectores -la docencia- que, durante la llamada “segunda década infame”, se constituyó en el último lugar de contención para tantos niños y adolescentes que sufrieron las peores consecuencias de las políticas neoliberales de aquel entonces.
Estamos acostumbrados a escuchar a los funcionarios y gobernantes “recomendando” a los docentes que trabajemos sólo por vocación y que dejemos de lado los planteos por mejores condiciones y abandonemos los reclamos salariales. También es habitual escuchar frases como “toman a los niños de rehenes”, “hay cosas más importantes”, “hay gente que está peor”, “los maestros tienen tres meses de vacaciones”, “deberíamos ser como los apóstoles”, etc, etc..
Ante esta situación, queremos recordar un artículo publicado por un docente de la Universidad del Comahue -Fernando Lizárraga-, y, parafraseando con cierta ironía su idea, queremos decirles: “Si quieren que trabajemos sólo por vocación, creemos que podríamos hacer el esfuerzo, pero, en ese caso, quisiéramos poner una condición: que la misma vocación y el mismo desprendimiento que se nos exige a los docentes se le exija a todo el mundo, sin excepción. Así tendremos clínicas privadas que nos atienda gratis, por pura vocación, sin cobrar plus y valorando la orden de IAPOS por sí misma; las estaciones de servicios expenderán nafta sin que paguemos un solo peso; las cadenas de supermercados pondrán de puro corazón las mercaderías en las góndolas para que tomemos lo que necesitamos; los dirigentes de la Federación Agraria y la Sociedad Rural se realizarán vocacionalmente criando vaquitas y sembrando trigo, por solo gusto y no para exportar a un dólar más caro; toda la producción deberá ponerse a disposición del pueblo para que no nos falte ni la carne ni el pan; Telefónica hará realidad su sueño de una comunidad en la que juntos podemos más, entonces todos tendremos crédito perpetuo; Las farmacias entregarán los remedios gratis y por pura vocación de servicio, algunos dirigentes políticos cargarán por hobby los equipos de aire-acondicionado y gratuitamente; Bennetton tejerá infinitos pulóveres por amor al arte; los taxistas nos llevarán a todas partes sin bajada de bandera ni tarifa alguna; y todo así. Todo el mundo trabajaría sólo por vocación. El trabajo ya no será una carga, sino la primera necesidad vital”.
Si esto fuera así, salvado la ironía, hallaríamos en las aulas una fuente de autorrealización y nunca más se escucharía de nuestros labios una sola queja por el sueldo, las malas condiciones de las escuelas, la falta de atención médica, la falta de viviendas para los trabajadores y cosas por el estilo que, para algunos, son insignificantes.
Si bien el agravio es inconsistente, podemos tomarlo como una señal o como la punta de un iceberg reaccionario que aún está latente, esperando cualquier oportunidad para emerger con más virulencia. De ser así, consideramos importante que pensemos, con el conjunto de la sociedad, qué pasaría si este tipo de “dirigentes políticos” llegara a lugares de poder relevantes. ¿Cómo canalizarían todo este odio y repulsión que sienten frente a los trabajadores?
Si nos permiten, y para cerrar, queremos dar un consejo didáctico: guardemos esa nota del día 30 de abril titulada “Alguno hará de carmelita descalza, pero en la mayoría falta vocación”. Es un buen apunte para saber qué tiene pensado hacer el conservadurismo recalcitrante; es un buen apunte para tener siempre cerca y releer cada vez que tengamos que tomar una decisión de ciudadanía.
Todos tenemos derecho a expresarnos, aunque, evidentemente, no todos gozan de la misma autoridad para hacerlo. Pero eso, lo determina cada lector.
Firman esta nota: Susana Ludmer, Miguel Duhalde y Mary Casañas.
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